Hace muchos años, a las afueras de un
pueblo de Toledo, vivía una familia que tenía dos hijas. El padre trabajaba en el campo y la madre
trabaja cosiendo y limpiando las casas a la gente. Las dos hijas, eran tan
distintas, que casi entre ellas no se hablaban. Bea, la hija mayor era alta y
delgada, muy perezosa, siempre estaba cansada y amargada, no se hablaba con
nadie, por eso no tenía amigos. Su rostro parecía de estar siempre enfadada. Laura,
la hija pequeña era bajita y gordita, muy alegre y siempre dispuesta a trabajar
y ayudar en casa a sus padres y a la gente, era muy simpática y amiga de todos
los vecinos del pueblo. Siempre estaba cantando y feliz.
Un
día, Laura le dijo a su hermana Bea que la acompañase hacer unos recados que le
había mandado su madre y a comprar medicinas para una vecina del pueblo que
estaba enferma y Bea le dijo que eso era aburrido y que quería dormir, que tenía
pereza de ir hasta el pueblo.
Mientras
Laura se fue hacer los recados, Bea después de dormir un rato, decidió salir a
pasear por el campo y vio a un conejo que estaba atrapado en una red colgado en
un árbol y éste le pidió ayuda, pero ella le contesto:
- No sirve de nada perder mi tiempo en
ayudarte, ya te han cazado y te van a comer. Y se fue a su casa a seguir
durmiendo.
De
vuelta a casa, pasó Laura por aquel campo y vio al conejo atrapado y éste le
pidió ayuda y rápidamente Laura fue a su casa, cogió un cuchillo y corto la
cuerda, el conejo le dio las gracias.
Al
día siguiente, Laura salió muy temprano con sus padres de casa para ir al
pueblo a comprar. Bea, se quedó dormida pero de repente llamaron a la puerta.
Se asomó por la ventana y vio a un joven llorando porque se había caído y se
había echo un corte en la pierna. El joven la pidió ayuda porque estaba
sangrando y le dolía mucho, pero Bea, giro la cabeza y volvió a su cama a
dormir, pensando en silencio:
- Que pereza bajar abrir la puerta y
que se creen que tengo ganas de ayudar, ¿cómo si a mí me ayudasen los demás? Y
volvió a quedarse dormida.
El
joven, se sentó al lado de la casa y lloraba de dolor mientras su pierna
sangraba. Entonces, apareció Laura y al ver al joven sangrando se acerco, le
ayudo a levantarlo y le paso a su casa, le estuvo curando la herida y le puso
un vendaje para que no sangrase. Éste le dio las gracias y le dijo que la
acompañase a su casa, Laura al principio dijo que no, pero después acepto.
Cuando
llegaron a la casa del joven, la sorpresa de Laura fue al ver que vivía en un
palacio y que era el hijo de los Reyes de Toledo. La reina, tan agradecida
estaba de que hubiera ayudado a su hijo, le ofreció como recompensa quedarse a
trabajar en el castillo como su dama de honor. Laura llena de alegría acepto y
se fue tan feliz a su casa.
Cuando
llego a su casa, se lo contó a sus padres y éstos se pusieron muy alegres por su hija, por fin iba a tener un trabajo
digno, pero faltaba Bea, que había salido a dar una vuelta por el campo.
Pasaron las horas, y empezó a llover, había una fuerte tormenta. Bea, comenzó a
correr y cayó al suelo, se hizo mucho daño y no podía levantarse. Pasaba por
ahí el conejo que no quiso ayudar y ella le pidió ayuda, a lo que el conejo le
contesto:
- Recuerda que yo para ti ya estaba
muerto, no me ayudaste cuando te necesitaba, ahora yo tampoco te voy ayudar. Y
se fue riéndose de allí.
Bea
muy triste empezó a llorar y a gritar, pero nadie la quería ayudar. Laura salio
de su casa en busca de su hermana y escucho sus gritos de ayuda. La encontró y
la llevó a su casa. Bea, después de curarse la herida, le dio las gracias a su
hermana y desde ese día se dio cuenta de que si brindas tu ayuda a los demás,
cuando menos te lo esperes también te ayudaran a ti.
Desde
ese día las dos hermanas fueron felices y Bea, se convirtió en una chica más amable
y siempre ayudaba a la gente y a los animales si lo necesitaban.
-- FIN --