Érase una vez un hada que se llamaba Paulita. Era un
hada muy traviesa y juguetona. Era la menor de cuatro hermanas. Un día
decidieron irse de excursión al país donde no existían las hadas, aunque sus
padres se lo tenían prohibido. Al llegar allí se quedaron impresionadas porque
todo era muy grande y bonito, aunque Paulita se asustó un poco. Mientras
volaban iban inspeccionando todo lo que encontraban a su alrededor, pero
Paulita, que era la más inexperta y todavía no controlaba demasiado bien sus
alas, se chocó con una niña. La pequeña se llamaba Laura, y le hizo mucha
ilusión ver a cuatro hadas porque creía en ellas, aunque sus padres le decían
que no existían. Se las guardó en el bolsillo de su chaqueta y se las
llevó a su casa. Estaba tan ilusionada
que después de comer se fue a su habitación a jugar con ellas. Mientras, los
padres de Paulita estaban tan preocupados que fueron a buscarlas, pero no las
encontraron hasta que al pasar por una casita en mitad del campo escucharon
unas risitas traviesas que pertenecían a Paulita. Aunque se lo estaban pasando
muy bien, las cuatro se alegraron de ver
a sus padres. Cuando los papás de Laura vieron a las hadas se quedaron con la
boca abierta, y más cuando los padres de Paulita les dieron las gracias por
haber tratado bien a sus hijitas y prometieron volver a visitarlos. Así es como
los padres de Laura creyeron en la existencia de las hadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario