Era una noche muy fría del mes de enero,
yo estaba en la casa del pueblo con mis abuelos y se fueron a dar un paseo. Me
quede con mi hermana, los dos solos y Eros nuestro perro.
Eros corrió hacia la puerta y solo ladro
una vez, se quedo muy quieto mirando a la puerta, si viniera alguien yo me
acerque a mirar quien venía, pero no
venia nadie.
De repente oí un ruido y mire a mis
espaldas, era mi hermana, que tenía una mirada perdida algo raro le pasaba.
¿Qué te pasa? Le pregunté, pero ella no
respondió, solo me miraba fijamente, como si estuviera poseída por un maldito
diablo. Yo no savia que hacer, entonces se me ocurrió una idea, si le daba un
buen susto lograría sacarle del cuerpo de mi hermana. ¿Qué sería lo que más
asustaría al diablo? Entonces recordé
que en el salón había una gran cruz plateada. Fui corriendo a buscarla, pero me
tropecé y caí encima de mi hermana, el golpe fue tan grade que los dos perdimos
la cabeza y así y así nos quedamos hasta que llegaron los abuelos y nos la
volvieron a poner. Desde entonces somos como Frankenstein
FIN
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