Érase una vez un niño llamado Jaime que tenia 9 años,
era rubio y con ojos azules, también era muy travieso.
Sus padres le compraban todo lo que se le antojaba,
pero llego un momento que le dijeron que las cosas constaban mucho dinero y que
tendría que aprender a valorar todo lo que tenía. Pero él insistía en que le
compraran el móvil.
Una noche muy calurosa en la que Jaime no podía
dormir, se levanto a por un vaso de agua a la cocina, se lo bebió y regreso a
su habitación. Antes de tumbarse miro al cielo por la ventana. De repente vio
una estrella que se iba acercando cada vez más hacia él. Un hada con alas
pequeñas, ojos verdes y pelo moreno estaba en su habitación. Jaime al verla se
acostó y el hada le dijo que no tenía nada que temer.
Le hacía mucha ilusión y se puso a jugar con el hada
Elsa. El hada le explicó que todas las personas tenían un hada madrina y ella
era su hada y le dijo que le podía conceder un deseo.
Jaime le dijo que quería un móvil porque sus padres
eran muy egoístas y solo pensaban en ellos. Elsa le concedió el deseo, era muy
tarde y Elsa se fue.
Jaime estaba muy contento con su regalo que le había
concedido su hada particular. Cuando Jaime se despertó vio que todo había sido
un sueño. Las hadas solo existen en los sueños y en la fantasía.
Esa mañana, cuando fue a la cocina a desayunar,
estaban sus padres con un regalo para él. El móvil que quería. A partir de ese
momento dejo de pensar que sus padres eran unos egoístas y que eran los mejores
del mundo. El sueño había sido una premonición.